HERMANDAD DE LA ESPERANZA






















TÍTULO

Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Esperanza, Nuestra Señora de las Angustias, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena.

HISTORIA

La Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Esperanza, nuestra Señora de las Angustias, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena es la que en tiempos se denominó del Santísimo Cristo Crucificado de la Esperanza, y que era conocida por la de Los treinta y tres hermanos.
En una anotación marginal que aparece en la página de apertura de un libro de actas y cuentas de 1752, se nos acredita que la hermandad recibió escrituras de imposición del censo y propiedad de Arco y Altar en la iglesia parroquial de Santa maría Magdalena, en fecha de diez de abril de 1678. Pero es muy probable que el origen de la corporación sea anterior a la citada fecha, ya que, parece ser, el nacimiento de la hermandad y la hechura del Cristo primitivo (cuyas características y rasgos estilísticos, clasificamos en las corrientes escultóricas del primer tercio del siglo XVII) coinciden en el tiempo.
En 1945, con don Francisco Balaguer Márquez como párroco, y a instancias de éste, se acuerda reorganizar la hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia. Ese año se le entrega a la Esperanza la capilla del Sagrario con todos sus enseres y pertenencias, para que, de propiedad de la parroquia, quede bajo la custodia de la hermandad, así como una sala de la casa rectoral, para que sea utilizada como sede capitular. Se redactan los estatutos correspondientes y fueron aprobados el 8 de mayo de 1956.
La hermandad, desde sus muy primeros tiempos, celebraba su procesión penitencial el Jueves Santo. En 1814, por razones que desconocemos, se cambia el día de salida al Viernes Santo. Ya en el siglo XX, en la segunda República, volvió al Jueves Santo por algunos años, hasta poco tiempo después en que cambió al Miércoles Santo. En 1962 retornó al Viernes, que es el día en que permanece.


TITULARES

SANTISIMO SACRAMENTO

En 1945, con don Francisco Balaguer Márquez como párroco, y a instancias de éste, se acuerda reorganizar la hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia. Ese año se le entrega a la Esperanza la capilla del Sagrario con todos sus enseres y pertenencias, para que, de propiedad de la parroquia, quede bajo la custodia de la hermandad, así como una sala de la casa rectoral, para que Santísimo Sacramento
Desde el año 1945, la Hermandad de la Esperanza posee el título de SACRAMENTAL de la Parroquia de Santa María Magdalena de Arahal. La estrecha relación de esta Corporación con los cultos en honor al Santísimo Sacramento, por tanto, se retrotrae a una historia que ya supera el medio siglo de vida. La celebración de esta festividad recuperó su apogeo, tras años de declive, a finales de los años 80, cuando destacados cofrades esperancistas, junto con la inestimable labor del entonces párroco D. José Quirós Rodríguez, volvieron a recuperar para Arahal, la Procesión Eucarística que a día de hoy podemos celebrar en nuestra localidad, siendo de gran vistosidad y contando con la participación de todos los estamentos parroquiales (hermandades de penitencia y gloria, grupos de catequesis, niños y niñas de comunión, etc.).
Es importante indicar que, sobre los Jueves Eucarísticos y Sacerdotales, desde primeros de Octubre Su Divina Majestad queda expuesta en el Sagrario de nuestra Parroquia, todos los jueves, hasta el Corpus Christi, desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde (a las ocho en horario de verano):
- 9 de la mañana: exposición del Santísimo y laudes.
- 6 de la tarde (7 en horario de verano): rezo del Santo Rosario, Letanías, Vísperas, Preces por las vocaciones sacerdotales y Bendición del Santísimo Sacramentoea utilizada como sede capitular. Se redactan los estatutos correspondientes y fueron aprobados el 8 de mayo de 1956.
La hermandad, desde sus muy primeros tiempos, celebraba su procesión penitencial el Jueves Santo. En 1814, por razones que desconocemos, se cambia el día de salida al Viernes Santo. Ya en el siglo XX, en la segunda República, volvió al Jueves Santo por algunos años, hasta poco tiempo después en que cambió al Miércoles Santo. En 1962 retornó al Viernes, que es el día en que permanece.

SANTÍSIMO CRISTO DE LA ESPERANZA

En 1946 la junta de gobierno de la Hermandad decide encargar una nueva imagen que sustituya a la que hasta ese momento era la titular de la Corporación y tallada por Enrique Orce. El artista elegido fue el alcalareño Manuel Pineda Calderón, que había realizado la Virgen de las Angustias y San Juan Evangelista, titulares también de la Hermandad.
Pineda Calderón fue uno de esos artistas extraños, bohemios, capaces de traicionar sus convicciones artísticas, por simple supervivencia, y, en momentos de inspiración, crear obras de muy reconocible mérito. La Esperanza tuvo suerte y, asesorados por el buen olfato de Antonio Camacho Bernabéu, aprovechó el excelente momento en que se encontraba el escultor, y hoy es propietaria de una notable obra de arte, que está entro lo mejor –quizás el mejor crucificado- que salió de la gubia del alcalareño.
Es indudable que el artista bebió en la obra montañesina y mesina, y la influencia del Cristo de la Buena Muerte, de la hermandad universitaria de Sevilla, se ve reflejada con total claridad. Al sudario, cordífero, aunque inspirado en el Cristo mencionado, le da más vuelo y valentía, "lo barroquiza más". En resumen, siguió un modelo básico en la tradición imaginera procesional, pero supo individualizar la obra y dotarla de ciertas dosis de personalidad creativa.
El simulacro está tallado en madera de cedro y la cruz es arbórea, al gusto barroco. Iconográficamente se representa a Dios-hombre, muerto recientemente, la cabeza, sobre el lado derecho, pendiendo un mechón lateral, destrozado físicamente, tras la flagelación, coronación de espinas (las sienes no presentan la corona), la Calle de la Amargura… En la plenitud de sus treinta y pocos años, resistió más de lo esperado. Antes de expirar, padeció estertores y convulsiones. En su caso, la muerte era descanso, y esa es la expresión que se desprende de su conjunto: serenidad, poesía y esperanza en la resurrección. En toda la anotomía, Pineda se lució con la gubia y pocos peros se le pueden poner al tratamiento de la plástica tanatológica, toda ella presidida por una moderación y elegancia de líneas encomiable. Músculos, sudario y, especialmente, la cabeza: ojos, boca y cabellera, acrecientan su valoración neobarroca. Los brazos denotan un excelente dibujo, tanto en músculos como en vasos. Las piernas, suavemente flexionadas, descansan sobre los pies, que montan uno sobre el otro, ya presos de la gangrena, y son de un realismo estremecedor.
En el año 2009 debido al estado en el que se encontraba la policromía, la cual acusaba efectos de los agentes externos, como polvo, humedad, humos, etc; además de que en la parte de la cabeza y otras zonas del cuerpo aparecen grietas, que afectan a ensambles y a la encarnadura de la imagen, la Hermandad decide acometer la restauración de su Sagrado Titular. Tal labor es encomendada al conservador restaurador Pedro E. Manzano Beltrán, técnico del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), el cual realiza una impecable labor sobre la talla, devolviendo a la misma todos los detalles originales de cuando llegó a Arahal por aquella primavera de 1.947.

NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS

En 1938, la señorita Luisa Medel Arias de Reina ofreció una imagen de la Virgen, costeada por ella. El encargo fue hecho a Manuel Pineda Calderón el cual entrega la imagen en 1941, poniéndose en marcha un gran esfuerzo por parte de la Hermandad para adquirir el manto y demás efectos, puesto que los antiguos, fueron consumidos por el fuego en los aciagos días tantas veces repetidos.
La Virgen es una dolorosa clásica, de rostro adolescente, de tez más pálida de lo que en el escultor era habitual, Es imagen de candelero, o de armadura, como gustaba decir a los escultores antiguos, y, al poco tiempo de su entrega, fue reformada en la parte de las cejas, por el mismo autor, a instancias de Antonio Camacho. Sobre el rostro discurren cuatro lágrimas de cristal, dos en cada mejilla. Las pestañas fueron rehechas por el hermano Luis Fernando Camacho Cintado, según la técnica de los escultores sevillanos. La cabeza está inclinada, casi imperceptiblemente, hacia el lado derecho, mientras la mirada se dirige hacia abajo, al encuentro con los fieles. La nariz es recta, y la boca, entreabierta, presenta un inicio de quejido. La expresión es de tristeza,  pero , a la vez que no se excluye la sensación de pena, el rostro encarna serenidad, dulzura y resignación. Este término medio, a pocos pasos de la plenitud del dolor, lo consiguió espléndidamente el imaginero. Las manos están abiertas, con los dedos ligeramente flexionados. En la derecha sostiene un delicado manípulo. La cabellera es de talla, como la tienen todas las imágenes modernas, y se toca con una muy primorosa corona de plata sobredorada, que representa la realeza de la Madre de Dios, de estilo neobarroco, con imperiales y ráfaga orlada de estrellas.

SAN JUAN EVANGELISTA

En el siglo XVII existía en Arahal una hermandad de San Juan Evangelista. De su fundación, trayectoria y desaparición existen muy pocos antecedentes escritos. En el XIX las cofradías de penitencia recogieron esta antigua devoción a San Juan y lo incluyeron entre sus titulares, sacándolo, en algunos casos, unas veces exento y otras con la Virgen, en las procesiones de Semana Santa. La Esperanza lo hace de esta segunda forma en la actualidad.
Desde 1813 se sacaba el San Juan que poseía la Hermandad de Jesús Nazareno (no sabemos si antes de esta fecha se hacía uso de cualquier otra imagen del discípulo amado). Tras diversas interrupciones de esta práctica, en 1891, la Hermandad de la Esperanza se propuso adquirir una imagen en propiedad.
La imagen, de serie, se compró, a la casa Gallego-Candela de Valencia. Era de candelero, con el torso de pasta modelada y nos llegó hasta 1936, cuando fue destruido. En 1892 se le había hecho un nuevo paso. El uso de colocarlo en las mismas andas de la Virgen lo adoptó la Esperanza ya en este siglo, después de la guerra, aunque es un uso propio del siglo XVI.
En 1943, Manuel Pineda Calderón, talla un nuevo apóstol (imagen de vestir, en un principio sin pies) muy conseguida y muy adaptada en proporciones a la Virgen de las Angustias, a la cual mira con tristeza, indicándole el camino de la amargura, y en 1947 le es esculpe los miembros que le faltaban.

SANTA MARÍA MAGDALENA

La Hermandad de la Esperanza no introduce el culto penitencial a Santa María Madalena hasta el XIX y no aparecen antecedentes documentales de la imagen hasta el año 1882, con una anotación en un libro de cuentas de 1.030 reales destinados al escultor de Sevilla que la hizo –sin más datos- y otra pequeña cantidad, muy próxima en el tiempo, "por su tratamiento".
De las características de la escultura digamos que es imagen de candelero, realizada en madera de pino Flandes, policromada y que en su morfología conserva algunos detalles heredados del XVIII: ojos de cristal y peluca.
Esta Magdalena acompañó en su paso a los tres crucificados que ha tenido la hermandad, desde el año antes mencionado hasta mediados del siglo XX. En el incendio del 36, se destruyó gran parte del cuerpo quedando la cabeza muy deteriorada. Fue el escultor Pineda Calderón el encargado de su restauración.
En la década de los 50, fue trasladada a la vecina localidad de La Puebla de Cazalla, cedida en depósito a una hermandad de allí. La imagen, después de unos años, fue olvidada por la hermandad de La Puebla y abandonada, más que almacenada, expuesta a la acción de la humedad y otras inclemencias. En 1992, la junta de gobierno de la Hermandad propone rescatar la escultura de la santa patrona. Tras varias gestiones, se consigue la recuperación el viernes 8 de mayo. El estado era deprimente: mutilaciones, desencolado de piezas, grietas, pérdida de policromía, etc.

Ante tal panorama, la hermandad acuerda su recuperación y contrata con Ressur la restauración de la imagen. Todo el trabajo es realizado por los técnicos (Francisco García Brenes y Francisco Bazán Franco) en el almacén que la hermandad posee en el número 9 de la calle Calvario de Arahal, concluyéndose el 2 de julio de 1993. Es bendecida el día de su festividad y recorre las principales calles de la ciudad en un sencillo paso improvisado por varios hermanos. Al año siguiente tras profundas desavenencias entre partidarios y contrarios, la imagen acompañó al Cristo de la Esperanza en su estación del Viernes Santo. Hoy su advocación se ha unido a los títulos de la Hermandad y se venera en el altar al pie de la Cruz, pero no ha figurado más en el paso.

SEDE CANONICA

Esta iglesia presenta en primer lugar un indudable valor social por ser la iglesia matriz de Arahal. Fue erigido bajo la advocación de María de Magdala, cuyo patronazgo se remonta al 22 de Julio de 1248, día de la Santa, en que la tradición acepta que el rey Fernando III El Santo entró en el lugar de Arahal, conquistándolo para Castilla.
Prácticamente la totalidad de la iglesia que hoy conocemos data del año 1800 y ocupa el solar donde se erigía el templo primitivo, que era de corte mudéjar y con tres naves. Las obras de esta parroquia comenzaron con el derribo de la anterior en el año 1785 y se terminaron en 1800, siendo costeadas por D. Pedro Téllez Alcántara, IX Duque de Osuna. Se considera el templo más suntuoso de los que existen en Arahal.
Su estilo es neoclásico. Su constructor fue Lucas Cintora (arquitecto de renombre en aquella época). Esta obra le valió para consagrarse como uno de los más geniales constructores de su periodo, estando esta obra suya catalogada como la más amplia de la Diócesis. Otro constructor que intervino fue Fernando Rosales. Los planos básicos son atribuidos a Julián Barcenilla.
El templo lo forman tres amplias naves de cuatro tramos cada una, crucero y ábside, que da paso al coro, compuesto de sillería plateresca, producto del maestro tallista, vecino de Paradas, José Victorino Casaus, en el año 1769 (existía otro conjunto de coro anterior que trabajó Juan de Oviedo en 1600). La caja del órgano la realizó el mismo Victorino Casaus y la maquinaria salió del taller del maestro organero Francisco Pérez de Valladolid en 1759 (Arch. Arz. Leg. 201/3).
La fábrica del imponente edificio está sostenida por magníficos pilares cuadrangulares que apean arcos de medio punto, que separan las naves, sobre los que descansan las bóvedas que cubren los tramos que dividen el templo. El crucero se corona por una magnífica cúpula semiesférica.
Exteriormente, los contrarrestos se realizan por contrafuertes de líneas típicas de la centuria. La decoración es propiamente clásica, constituida por pilastras toscanas, cuyos frisos lucen triglifos y metopas. A pesar de la sencillez, la combinación de todos los elementos la dotan de una gran armonía y variedad.
El altar mayor se encuentra presidido por la imagen titular, traída de Barcelona el mismo año de la inauguración del templo. Es una escultura de gran tamaño, en cuyo pedestal se lee: "Antonio Marzal F. Natural de Valencia, año 1800". Le sirve de fondo una bóveda de cuarto de esfera que apea en columnas dóricas, estucadas, de sobria robustez y prestancia.
Los retablos laterales son de línea clásica, algunos de ellos de reciente construcción. Los dos de la Esperanza, labrados en 1820 y 1880, en ambas naves laterales, fueron reparados hace pocos años por algunos de los hermanos de esta Hermandad. El antiguo retablo de Las Ánimas, que acogía un cuadro sobre lienzo de grandes dimensiones de autor desconocido (que actualmente se encuentra en el presbiterio en el lado del evangelio), ha sido restaurado y reformado por el artesano local José María Gamboa, para la reorganizada hermandad de la Veracruz.
La portada principal, de gran monumentalidad, presenta dos cuerpos y ático. Y sus componentes responden a los repetidos órdenes toscano y jónico.
En la nave del Evangelio se abre una portada a la calle Marchena con el vano flanqueado por columnas toscanas, y coronado por frontón triangular. La portada de la epístola permite el acceso desde la casa rectora y es más sencilla.
La torre es de ladrillo y, en parte, proviene de la antigua edificación. Posee elementos toscanos en el primer cuerpo y jónicos en el segundo, rematada con sencillo y esbelto capitel. El cuerpo de campanas está decorado con cerámica de los siglos XVI y XVII, restos de antiguos derribos. Se conserva una antigua inscripción en la que se lee que fue restaurada en 1898, por José Espina. Y en el archivo general del arzobispado constan datos de que en 1780 el maestro Vicente Falcó fundió una campana para ella.
La capilla Sacramental, de 1766, aunque de alzado más barroco, no disiente de los caracteres generales del resto del edificio. A los pies de la nave de la epístola, es de planta rectangular, con dos tramos. El primero, cuadrado, con bóveda semiesférica y el segundo, rectangular, con bóveda de cañón con lunetos. En el archivo del Arzobispado consta que en 1763, la hermandad del Santísimo Sacramento se dirigió al provisor en solicitud de licencia para labrar una capilla. El maestro mayor de fábricas del arzobispado, Ambrosio de Figueroa, informa, en 20 de abril del mismo año, sobre la forma, lugar y costo de la capilla. Él fue a su vez autor del diseño. La obra de arquitectura la ejecutó el maestro alarife Pedro Álvarez, y el retablo y decoración de la bóveda, Francisco Casaus. Las partes doradas las efectuó Alonso de Burgos, maestro en dicho oficio. Cuando se inició el derribo de la antigua iglesia de la Magdalena, Lucas Cintora respetó la capilla trazada por Figueroa, pero es muy posible que efectuase alguna remodelación.



Relación de obras artísticas

Capilla Mayor: Para el servicio del coro conserva la parroquia buena colección de libros corales. Son los siguientes: Dos del siglo XVI (0'50x0'33m.), nueve del siglo XVII (0'56x0'41m. y 0'65x0'43m.), dos del siglo XVIII (0'50x0'37m. y 0'65x0'43m.).
Naves laterales: La Inmaculada de la capilla sacramental, obra del siglo XVIII, que hoy se encuentra en uno de los pilares de la embocadura de la capilla mayor, en la nave del evangelio, y varias copias de pinturas murillescas.
Sacristía: Existe una buena cajonería y dos armarios del siglo XVIII.
La pila bautismal: De jaspe, la realizó el maestro cantero Toribio Fernández.
Orfebrería:
De la decimosexta centuria se conservan:
Dos copones de plata dorada, decorado uno de ellos con botones de esmalte, de inicios y finales del siglo.
Cruz parroquial de plata dorada, sin duda la mejor pieza de la colección, el finísimo cincelado de sus bellos relieves de gran sabor clásico, nos inducen a creerla ejecutada hacia 1580. La cruz propiamente dicha tiene una altura de 0'60m., y apoya sobre un templete que alberga bajo sus cuatro frontones otros tantos relieves, cuyos asuntos son los siguientes: Oración en el huerto, Jesús atado a la columna, Ascensión y Beso de Judas. Las ráfagas son modernas, de metal, según se deduce de la documentación, el Crucifijo lo hizo Alfaro en 1599.
Del XVII, entre una gran variedad de adminículos litúrgicos, destacan dos varas de pertigueros, de plata repujada, del primer cuarto de siglo. Miden 1'63m.

De la centuria siguiente se tiene:
Copón de plata dorada con aplicaciones del mismo metal, simulando como una red que envuelve todo el vaso y pie con una labor calada de motivos rocalla. Aún cuando lo declara un rótulo que lleva en el interior del pie, el estilo es claramente colonial. Era propiedad del convento de San Roque. Inscripción: "Se hizo en Guathemala, en 1775. Lo trajo d. Joseph Fernández Baena natural de esta villa y lo regaló a este convento de San Roque. Su artífice Pedro Valenzuela."
 Juego de altar de plata repujada, compuesto de cruz de altar (0'94m.), tres sacras, dos atriles, una naveta, seis blandones (0'83m.) y dos ciriales (2'10m.). Los punzones son los siguientes: V.Gargallo García y NO-DO. Hecho en 1796.
Archivo parroquial: Aún cuando fue diezmado en los sucesos del treinta y seis, se conservan numerosos libros, de los cuales es el más antiguo, uno de fábrica de 1575 y otro de escrituras de propios que empieza en 1568. El de casamientos se abre en 1551. Se conservan dos libritos muy interesantes: "Ilustración y publicación de los diez y siete secretos del Doctor Juan Curvo Semmedo", del doctor don Francisco Suárez de Rivera. Madrid 1732. Y "Poesías de Melchor Díaz de Toledo", Sevilla año MDCCLXXVI. En la imprenta de Manuel Nicolás Vázquez y Compañía. Ambos en pergamino.

 
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Nota: Los datos e imágenes han sido extraídos de la página que tiene la hermandad en Internet.

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